Creo que hay una diferencia entre estar orgulloso de ciertas cosas y ser orgulloso. El orgullo es el gran pecado de elevarse a uno mismo.
Cuando nuestro corazón está lleno de orgullo, cometemos un grave pecado, porque violamos los dos grandes mandamientos. En lugar de adorar a Dios y amar a nuestro prójimo, ponemos de manifiesto el verdadero objeto de nuestro amor y adoración: la imagen que vemos en el espejo.
El orgullo es un cáncer mortal. Es un pecado de acceso que conduce a una multitud de otras debilidades humanas. De hecho, podría decirse que todos los demás pecados son, en esencia, una manifestación del orgullo.
Para otras personas, el orgullo se torna en envidia: miran con resentimiento a quienes tienen una mejor posición, más talentos o mayores posesiones que ellos. Procuran herir, menoscabar y destruir a otras personas en un desacertado e indigno intento de elevarse a sí mismos. Cuando las personas a quienes envidian tropiezan o sufren, en el fondo, se alegran.
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