domingo, 17 de enero de 2016

>>> La chispa en la relación



Hay quienes no se casan porque sienten una falta de “magia” en la relación. Por “magia” supongo que quieren decir chispas de atracción. El enamorarse es un sentimiento maravilloso, y nunca les aconsejaría que se casen con alguien a quien no aman. Sin embargo ---y esto es algo que a veces es difícil aceptar--- esa chispa mágica debe ser pulida continuamente. Cuando la magia perdura en una relación es porque la pareja hizo que así fuera, no porque apareció de forma mística impulsada por alguna fuerza cósmica.
Francamente, requiere esfuerzo. Para que una relación sobreviva, ambas partes aportan su propia magia y la usan para sostener su amor. Aunque he dicho que no creo que haya una sola alma gemela para alguien, sí sé esto: una vez que se comprometan a casarse, su cónyuge se convierte en su alma gemela, y es su deber y su responsabilidad esforzarse cada día para que así sea. Una vez que se hayan comprometido a esto, la búsqueda del alma gemela se acabó. Nuestros pensamientos y acciones cambian de buscar a crear.
¿Y qué sucede con aquellos que abandonan la esperanza de encontrar a un compañero eterno? Primero, no se den por vencidos. Vayan a actividades, conozcan a personas y hagan su parte. Sé que salir con personas del sexo opuesto puede ser difícil. El rechazo es una de las cosas más dolorosas que podemos pasar. Créanme que sé lo que se siente. Yo me enamoré de Harriet mucho antes de que ella se enamorara de mí.
Pero eso no me detuvo; para nada. Buscaba maneras de estar en el mismo lugar donde ella estaba. Cuando repartía la Santa Cena en la capilla, me las arreglaba para repartírsela a su familia. Me esforzaba por impresionarla, pero creo que me consideraba un poco inmaduro. Ella simplemente no sentía la chispa. Perdí la esperanza de algún día convencerla de que yo podía ser más que un amigo.
Así que me fui; me uní a la Fuerza Aérea y luego me fui al otro lado del mundo para aprender a ser piloto en los Estados Unidos. No fue sino hasta que regresé a Alemania, tras haber completado mi entrenamiento como piloto de guerra, años después de haberla conocido, que esta hermosa jovencita me vio y dijo las palabras mágicas que, durante tanto tiempo, había anhelado escuchar: “Maduraste desde la última vez que te vi”.
No perdí el tiempo después de eso, y, a los pocos meses, me casé con la mujer que había amado por mucho, mucho tiempo.

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